Yessenia y la Vela Cupcake de Vainilla:

¡La Gran Aventura Dulce!

Había una vez una niña llamada Yessenia, que tenía el taller de velas más asombroso del mundo. Sus velas no solo olían delicioso, sino que también brillaban con luz propia.

Pero una de ellas era especial… ¡MUY especial! Se llamaba Cupcakina, la Vela de Cupcake de Vainilla. Tenía un aroma tan dulce que hasta los duendes del bosque venían a olerla en secreto.

Un día, mientras Yessenia preparaba un pedido, escuchó un ¡PFFFT! detrás de ella.

—¿Quién anda ahí? —preguntó, mirando a su alrededor.

Pero no vio a nadie… solo su Vela de Cupcake de Vainilla temblando en la mesa.

—¡Cupcakina! ¿Fuiste tú?

La vela no respondió… ¡pero sí saltó! Rodó por la mesa, brincó al suelo y salió corriendo como un cupcake con patas. ¡Se escapaba!

—¡¡Oyeee, vuelve aquí!! —gritó Yessenia, persiguiéndola.

Cupcakina corrió por toda la casa. Se metió en la alacena y espolvoreó harina por todas partes, se escondió en la nevera y salió cubierta de crema batida, y hasta se metió en la lavadora y salió dando vueltas como una bailarina.

—¡Cupcakina, si no te quedas quieta, te apagarás! —dijo Yessenia, con la cara seria y las manos en la cintura.

La vela se detuvo en seco.

—¿¡Apagarme!? ¡Oh, no, no, no, no! —exclamó, con voz chillona—. ¡Soy la Vela de Cupcake de Vainilla! ¡Debo brillar y oler ricooo para siempreee!

Yessenia, sonriendo, le dijo:

—Está bien, pero solo si prometes no volver a ensuciar mi casa.

—¡Lo prometo! —respondió Cupcakina, saltando de alegría.

Desde aquel día, Yessenia y Cupcakina se volvieron las mejores amigas. La vela se quedó en el taller, brillando y perfumando el aire con su dulce aroma a vainilla.

Eso sí… a veces, cuando nadie mira… se la oye reír y dar pequeños saltitos.

FIN… ¿o quizá no? 🕯️✨🍰

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